El entrenamiento basado en la velocidad de ejecución
¿Qué es la velocidad de ejecución?
Cuando hablamos de velocidad de ejecución, nos referimos a la medición de la velocidad a la que desplazamos, por ejemplo, la barra en un ejercicio de sentadilla cuando hacemos una repetición.
Entrenar la fuerza teniendo en cuenta la velocidad de ejecución, es algo que durante mucho tiempo estaba fuera del alcance de la mayoría de entrenadores, pero a día de hoy, gracias al avance de las últimas tecnologías, podríamos decir que la solución está en nuestro bolsillo a través de apps para teléfonos móviles que nos permiten grabar y de manera casi instantánea conseguir ese dato tan preciado que significa tener las velocidades a las que nuestro deportista o nosotros mismos hemos desplazado una carga. (Cruvinel-Cabral et al., 2018; Haynes et al., 2019).
¿En qué consiste?
Una de las propuestas que nos hace Gonzalez-Badillo (uno de los máximos exponentes e investigadores de este método de control de la carga), es la de medir la velocidad de la primera repetición (programando con qué carga relativa empezar) y programar un % de pérdida que suele ser no superior al 40% si lo que queremos es buscar el rendimiento deportivo.
No olvidemos recordar que cada una de las repeticiones se han de realizar a la máxima velocidad posible ya que si no es así, no podremos tener una referencia fiable entre unas y otras, y por otro lado se ha investigado que es lo mejor para conseguir (González-Badillo et al., 2014; Pareja-Blanco et al., 2014).
¿Para qué sirve?
Este método de control de la carga de entrenamiento nos puede servir para medir la pérdida de la velocidad a la que desplazamos una carga y de esa manera tendremos un indicador de alta validez para estimar la fatiga (Allen et al., 2008).
Además, algunas investigaciones nos muestran, cómo una pérdida de velocidad concreta (un 40% de pérdida en la serie respecto a la velocidad de la primera repetición en press banca; un 30% en sentadilla; o un 12% en la pérdida de altura en el salto vertical) está relacionada con un aumento de compuestos químicos ligados con la fatiga y el estrés metabólico, como son el amonio y el lactato. (González-Badillo et al., 2017; Sánchez-Medina & González-Badillo, 2011).
Entonces, conociendo esto, podemos afirmar que el entrenamiento con un control de la velocidad de ejecución nos permite saber hasta qué punto hemos de llegar en cada entrenamiento con nuestro deportista, y de esa manera individualizar al máximo. La utilización adecuada de la información que aporta el control de la velocidad sí contribuye en gran medida a que el profesional tenga cada vez mayor capacidad de acercarse a la elección de las mejores y más ajustadas cargas para el entrenamiento de sus deportistas. (González-Badillo, 2020).
El entrenamiento con un control de la velocidad de ejecución nos permite saber hasta qué punto hemos de llegar en cada entrenamiento con nuestro deportista
¿Sabemos cuál es la pérdida de velocidad óptima?
A día de hoy, no tenemos estudios suficientes que nos muestren cuál sería la pérdida óptima para un deportista en concreto, por tanto, hemos de trabajar en ello y empezar a investigar qué adaptaciones podemos conseguir con cada una de las cargas, y qué porcentaje de pérdida es el adecuado para qué tipo de deportista. Lo que si sabemos es que la realización de la mitad de las series realizables (por ejemplo, pudiendo hacer 12 repeticiones nos quedamos en la número 6) nos da menores efectos de fatiga que en cambio sobrepasar ese punto.(Sánchez-Medina & González-Badillo, 2011).
ANTONIO FOCHE
Gdo cafd – Máster en entrenamiento y nutrición deportiva – Cofundador de Entrénate Jaén